La participación es un desafío permanente en el trabajo de los equipos que atienden niños, niñas y adolescentes (NNA). La praxis nos indica que este derecho, consagrado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN), y reclamado insistentemente en la encuesta “Mi Opinión Cuenta” aplicada por el Servicio Nacional de Menores (SENAME) a la población Infanto Juvenil, no está siendo atendido adecuadamente.
La Co-construcción aparece como un aporte en esta línea, toda vez que a través de esta práctica se busca, intencionadamente, vincular al NNA con su proceso de intervención. La persona que interviene se debe someter a un ejercicio reflexivo previo respecto a sus creencias y paradigmas ya que esto permitirá crear un lenguaje consensuado, alejado de prejuicios que resulta imprescindible para generar un proceso co-constructivo. Esta invitación permite deconstruir nuestras creencias culturales, sociales e incluso religiosas respecto a la Infancia y que son parte de la cultura dominante, permitiendo de este modo, generar nuevos espacios, mucho más comprensivos y amables.
Veamos un ejemplo de co-construcción.
Juanita, que tiene 14 años, llega al Programa de Intervención Integral Especializada de Ñuble, derivada desde tribunales por vida en la calle y problemáticas asociadas. Como primera medida se consensan encuentros con ella (lugar y horario) con el objeto de conocerla.
Un primer acercamiento a la co-construcción aparece en la primera entrevista donde se da lectura a los diagnóstico externos (SENAME, escuela, Organismos de salud) y se le invita a opinar respecto a lo que escribieron de ella (recordemos que el diagnóstico fue escrito por adultos, con un vago aporte de Juanita). Juanita nos señala que es verdad que pasa cierto tiempo en la calle, pero que además se queda en casa de una amiga, ya que en su casa discuten mucho, pelean y siente que no la quieren.
Como se puede apreciar, a través de esta primera entrevista hemos logrado ampliar el foco de la problemática, apareciendo en el discurso lo que realmente preocupa a Juanita y las soluciones que ella ha intentado para resolverlo. Lo que viene después es una invitación a construir un Plan de Intervención Individual (PII). Se le explica que este documento es para ordenar las cosas que haremos y los objetivos que queremos lograr. Aquí es importante el lenguaje. A veces cometemos la torpeza de hablarle “en difícil” a los NNA, es decir, utilizamos palabras técnicas que no son de su uso. Entonces parece necesario ajustar el lenguaje de tal forma que el contenido de la comunicación sea comprendido por ambas partes.
De estos “encuentros conversacionales” surge el PII. El objetivo redactado “en difícil”, “Facilitar espacios de convivencia cotidiana de demostración de afecto”, se transforma, y por el NNA es interpretado como “Lograr querernos y abrazarnos”. Ambos objetivos aparecen redactados en el documento que se genera.
Los NNA son expertos en sus vidas, por lo tanto deben ser partícipes de su construcción, evitando caer en prácticas de control social. Esto implica cambios significativos, es decir, Juanita modificaría lo que realmente le importa modificar – o en su defecto mejorar -, ya que así y solo así estos cambios serán estables en el tiempo.
El desafío más importante para los adultos que nos relacionamos con NNA es “soltar” nuestras certezas, redefinir nuestro rol de expertos y de este modo favorecer el ejercicio de derechos en las distintas actividades que se ofrecen a los NNA que participan del programa. A través de los procesos de co-construcción, se acoge, se crece y se proyecta. Aparece la mutua colaboración, valor esencial para la convivencia humana