Lejos de solo divertir, el juego cumple un rol fundamental en el desarrollo cognitivo, social y emocional de nuestros hijos e hijas.
El juego constituye una de las formas más importantes en que los niños y niñas aprenden y desarrollan competencias esenciales. El juego estimula el desarrollo cognitivo, fomenta el apego, las habilidades sociales y el desarrollo emocional.
Por ejemplo, los niños y las niñas mientras juegan pueden aprender nuevas habilidades (como compartir los juguetes o ponerse de acuerdo acerca de cómo trabajar juntos con los materiales), y a menudo afrontan tareas cognitivas estimulantes (como resolver el modo de realizar una construcción con piezas más pequeñas cuando no disponen de las más grandes).
A través del juego, los padres y las madres conocen mejor a sus hijos e hijas y están más atentos a sus necesidades, pues se fortalece el vínculo y aprenden a comunicarse de manera más clara con ellos y a darles instrucciones. Por ello, resulta esencial apoyar a los padres y a las madres para que puedan desempeñar un papel activo en el desarrollo de los niños y las niñas, favoreciendo el aprendizaje lúdico en el hogar y potenciando las oportunidades y los entornos que favorezcan el juego.
“Aunque reconocemos la importancia del juego durante la infancia es algo que hemos abandonado. De hecho, hay familias para las que el juego es algo completamente nuevo, cosa que nos parece sorprendente porque el juego debiese ser una actividad cotidiana en la vida de los niños y niñas, con sus pares y también con las personas adultas que participan de su cuidado. El juego permite aprender desde resolver problemas hasta como expresar las ideas”, señala la psicóloga Ana María Salinas, especialista en Terapia de Interacción entre Padres e Hijos (PCIT) y directora de ese programa.
Algunas orientaciones sobre el juego, para favorecer la interacción entre los padres, las madres y sus hijas e hijos:
¿Cómo debe ser ese juego? Cuando nuestro foco está puesto en la interacción, el juego debe ser siempre en un espacio libre de distracciones, donde el papá y la mamá no esté contestando el celular, ni conectado con sus pendientes; que no esté la televisión prendida y que no haya otras personas entrando y saliendo. Es un tiempo de juego donde se establecen ciertas condiciones, pero básicamente el niño o la niña es quien lidera el juego y escoge los juguetes. Esto les da la sensación de que el padre o la madre está atento a sus necesidades, que confía en su elección y lo sigue y refuerza.
¿Cuánto debe durar? La recomendación es que el juego -con énfasis en la interacción- dure como mínimo, entre 10 y 15 minutos y que mientras dure los padres y las madres estarán presentes y serán activos en sintonizar con los intereses de sus hijas e hijos. También se recomienda tener una buena disposición, mostrarse contentos de compartir esos momentos. Demostrarle al hijo o hija que esto nos hace feliz. Es grato para los niños y las niñas ver a sus padres y madres con esa disposición; favorece su autoestima y fortalece el vínculo entre ambos.
¿Qué tipos de juguetes se recomiendan? Hay juguetes más idóneos que otros para lograr el éxito en la conexión de los padres y las madres con sus hijas e hijos. Los más apropiados son aquellos que no vienen con instrucciones para jugar porque invitan a la exploración y a la creatividad. Por ejemplo, los bloques, los palitos de madera, cualquier juguete que le permita al niño echar a andar y desplegar su creatividad. De hecho, las niñas y los niños se entretienen con cualquier cosa, una caja de cartón, utensilios de cocina que no sean peligrosos, cucharas o espátulas, etc.
Criticar versus elogiar: Mientras jugamos con nuestros hijos e hijas debemos evitar criticarlos. La crítica afecta la autoestima de los niños y niñas; disminuye su confianza y no contribuye al fortalecimiento del vínculo; además de que genera en el niño o la niña mucha ansiedad. Podemos enseñar de manera positiva. El elogio debe estar presente durante toda la vida de nuestros hijos e hijas y en todo momento. Elogiar no solo el resultado sino también el proceso, el camino recorrido.
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